Comprar seguidores en las redes resta más que suma

Comprar seguidores en las redes sociales no es nuevo. Empezó en Facebook y Twitter, y recientemente se ha extendido a otras plataformas, como Instagram. Cada vez son más las empresas que ofrecen este servicio y, por ejemplo, aumentar un perfil en mil followers ya sale por menos de 20€. No obstante, ¿resulta una práctica beneficiosa?

La libertad de expresión en Internet

Algunos comentarios indeseables en las redes sociales a raíz del asesinato de la presidenta de la Diputación de León y del PP provincial, Isabel Carrasco, abrieron un encendido debate sobre la idoneidad de regular la libertad de expresión en Internet. Lejos de apaciguarse, la polémica ha ido a más después de que algunas comunidades israelíes llevaran a la Fiscalía casi 18.000 tuits antisemitas, que proliferaron por la victoria de Maccabi de Tel Aviv en la Copa de Europa de baloncesto frente al Real Madrid. En menos de diez días en España, se han producido ya cuatro detenciones por estas controversias.

La publicidad encubierta en Twitter, mal negocio

Internet y las redes sociales han abierto exponencialmente las posibilidades de vehicular nuevas formas de publicidad. En este blog, ya hemos contado la importancia de los influenciadores, el papel de los youtubers o la relevancia de algunas herramientas para ser el primero en Google, el buscador que copa el 95% de la cuota de mercado y el 60% de la publicidad digital. Sin embargo, en los últimos meses ha aparecido una práctica publicitaria en Twitter que ha suscitado polémica.

Ni Facebook, ni Twitter: Whatsapp

Hay negocios que consiguen sobrevivir al paso de los años y continuar siendo rentables. Pero muchos son efímeros y se desvanecen de manera repentina, sobre todo si están vinculados con la tecnología. Es el caso del servicio de mensajes cortos (SMS). Según datos de la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones (CMT), el gasto mensual en móvil es de 18 euros por persona, de los que solo 60 céntimos se dedican al envío de SMS. Así, las operadoras han visto como se desploma su producto más rentable. Si en 2007 tocaron techo con una facturación de 1.743 millones de euros por este concepto (incluyendo mensajes multimedia), lo que suponía un 11,7% de sus ingresos totales, en 2012 esta cantidad se redujo hasta los 707 millones, representando solo un 7,4%.

En busca de influenciadores

¿Quién no ha elegido alguna vez una película en el cine, ha ido a comer a un determinado restaurante o ha comprado un producto por el consejo de alguien de confianza? El boca-oreja existe desde que los seres humanos se comunican y, con Internet, la repercusión de esta práctica se ha acentuado. El crecimiento continuo de usuarios en la redes sociales, la multitud de plataformas y la dimensión que pueden adquirir los mensajes que se difunden a través de ellas ha obligado a las marcas a no dejar escapar estas oportunidades.

El calvario digital de políticos y famosos

Políticos y famosos fueron reticentes a entrar en Internet y en las redes sociales cuando estas nacieron, aunque luego la mayoría no tardó en darse cuenta de que la presencia en el entorno 2.0 era imprescindible para ganar visibilidad, consolidar su imagen y tener un contacto directo e inmediato con los ciudadanos o con los fans. Por eso, muchos crearon perfiles propios en Facebook y Twitter o, directamente, abrieron un blog.

Ser el primero en Google

Sin duda, las potencialidades del mercado online son infinitas. El comercio electrónico crece exponencialmente e Internet es un escaparate de enorme dimensión para los negocios offline con presencia en la Red. Por eso, ninguna empresa o institución concibe la posibilidad de prescindir de una página web y ya son muy pocas las organizaciones reticentes a tener un perfil en Facebook o Twitter. No obstante, esto no es suficiente porque, según los expertos, “si no sales en Google, no existes”.