jueves, 1 de agosto de 2013

No todo vale

La amplia e improvisada cobertura informativa que requieren hechos impredecibles de gran alcance, como catástrofes o atentados, provoca, inevitablemente, que los medios de comunicación cometan errores. En este sentido, es comprensible que tengan algunos deslices ante la inmediatez con la que han de explicar lo que está ocurriendo, junto con la dificultad que suponen la confusión y la sensación de caos en los primeros momentos de cualquier tragedia. No obstante, hay otro tipo de equivocaciones que los periodistas no deberían cometer: aquellas vinculadas directamente con los principios éticos.

El triste accidente de tren del jueves pasado en Santiago de Compostela ha vuelto a reabrir este debate. ¿Se puede contar la realidad de la manera más fidedigna posible sin caer en la sobreexposición de imágenes del suceso? ¿Es necesario centrarse de manera obsesiva en el dolor y la intimidad de las víctimas? ¿La entrevista a un superviviente de trece años desde un hospital, qué relevancia informativa tiene? ¿Hasta qué punto se pueden explicar los motivos del accidente, focalizándolos en el conductor y resaltando un comentario en su Facebook, escrito hace más de un año?

Tan solo se debe aplicar el sentido común para dar respuesta a estas preguntas. Es verdad que el morbo y la desgracia venden, aunque también es cierto que los medios no pueden ser concebidos simplemente como una empresa. Sin duda, deben ser negocios rentables, pero tienen que cumplir con la función social de facilitar las herramientas necesarias para que los ciudadanos puedan comprender y formarse una opinión sólida y crítica sobre la realidad. 

Ciertamente, la mayoría de televisiones, periódicos y radios han actuado con un elevado grado de profesionalidad durante la cobertura del accidente de Santiago. Sin embargo, hay que censurar a los medios que han pretendido informar a partir del espectáculo y la intrusión en la privacidad de las víctimas y de sus familiares. En periodismo, no todo vale. Lo escribía Gabriel García Márquez: “La conciencia de la ética no es una condición ocasional, sino que debe acompañar siempre al periodismo como el zumbido al moscardón”.

6 comentarios:

  1. Estoy muy de acuerdo con la reflexión que hacéis. Creo que, en general y salvando alguna excepción, los medios se han dejado llevar por el morbo y el sensacionalismo al tratar la información del accidente. Y esto es un gran error. No todo está justificado para vender más diarios o tener más audiencia. El respeto de las víctimas y sus familiares debería mantenerse por encima de todo.

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  2. El otro día alguien preguntaba, ¿qué pasará ahora con estos medios que dedicaban la mitad de los informativos a hablar del caso Bretón? Tristemente ya tenemos la respuesta. Pero los medios no son los únicos culpables. Vivimos en una sociedad donde el morbo es lo que interesa. Solo es necesario mirar qué programas son los de mayor audiencia...Dicho esto, felicidades por el post

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  3. Estic d'acord amb el que dieu però encara em sobta més que hi hagi gent que, enmig de la tragèdia, el primer que se li acudeixi sigui agafar una videocamera per gravar el caos del moment i que, després, ofereixi la gravació als mitjans de comunicació...

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  4. Siempre surge la misma duda: ¿Dónde están los límites? Ojalá los medios tuvieran presente lo que aquí comentáis a la hora de tratar informaciones de este tipo. ¡Felicidades!

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  5. Estoy de acuerdo con la frade de García Marquez. No obstante en periodismo igual que en todas las profesiones el sentido de la ética es igual al sentido común. Se tiene o no se tiene. Si bien las escuelas y universidades podrían poner su granito de arena para cambiar la mentalidad de los que la vida no les ha proveido de ambos dones.

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  6. Mientras haya un target de gente a la que le guste el morbo, habrá prensa amarilla. Ocurre igual en todos los medios de comunicación. Lamentable pero real. Me encantan vuestros artículos, son de una madurez que ya quisieran muchos periodistas. Adelante, no dejéis de escribir.

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