Nadie duda del servicio público que deben ofrecer las televisiones autonómicas: informar de la actualidad del territorio, promocionar las lenguas cooficiales, fomentar la cohesión social y promover el sentimiento de pertenencia. En general, cumplen con éxito sus funciones a través de la proximidad, la credibilidad y una gestión saneada, aunque ninguna ha podido evitar llevar a cabo recortes y la caída de la publicidad. Por ejemplo, TV3 sigue batiendo récords históricos y es líder de audiencia en Catalunya desde hace 16 meses consecutivos, pero esto no ha impedido que tuviera que reestructurarse.
No obstante, la perversión en la gestión de algunas de estas televisiones ha puesto en tela de juicio su utilidad. Sobre todo, por el servilismo al poder de turno, el endeudamiento desmesurado y unos índices de audiencia que se desploman. El caso más extremo es Canal 9 (ahora Nou), que apagará su señal después de 24 años en antena tras la decisión del presidente valenciano, Alberto Fabra. Otros canales están en la misma tesitura, como Telemadrid, que podría seguir los mismos pasos si el Tribunal Supremo también declara nulo el expediente de regulación de empleo (ERE) de la cadena madrileña.
Así pues, ¿es sostenible el modelo actual? Sin duda, la televisión de proximidad es un instrumento indispensable para la vertebración ciudadana de cada comunidad en cuestión. Pero no puede ser a cualquier precio. Ni la politización, ni el despilfarro económico, ni los programas basura deben permitirse. Por eso, ahora es una buena ocasión para redimensionar estas corporaciones, cada una en función de sus necesidades.
En distintas ocasiones, se ha propuesto que los canales regionales fueran una especie de satélites de TVE como la ARD, la cadena alemana que actúa como si fuera un único operador aunque en realidad es la suma de los canales de todos los länder (estados federales). O, siguiendo el ejemplo de France 3 o RAI 3, las televisiones francesa e italiana, respectivamente, especializadas en regiones pero centralizadas.
Sin embargo, España se distingue del resto de países europeos por su complejidad de identidades nacionales. En este sentido, es lógico que mantenga un modelo de televisiones distinto. Por eso, la mejor solución pasa, seguramente, porque las televisiones adopten medidas para garantizar su viabilidad, como ya han hecho algunas de ellas, ofrecer programación con sentido público e informar de manera independiente.
Las televisiones autonómicas son muy importantes para dar valor a los territorios y a su cultura. Es un lástima que Canal 9 acabe así.
ResponderEliminarLa palabra eficiencia está de moda últimamente. Sin embargo, a pesar de que es cierto que si queremos sobrevivir a esta crisis tenemos que ser eficientes, estoy de acuerdo con Laura en que es una pena por culpa de una gestión ineficaz tenga que cerrar un medio autonómico tan destacado... y, sobretodo, que se pierdan tantos puestos de trabajo
ResponderEliminarHay que repensar el modelo de television publica, en general, empezando por TVE.
ResponderEliminarSens dubte, l'existència d'algunes autonòmiques té poc sentit, però, en canvi, n'hi ha d'altres, com TV3, que tenen poc d'envejar a cadenes públiques internacionals com la BBC
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