"Not listen the ask". Así pedía Alejandro
Blanco, presidente del Comité Olímpico Español, que un periodista le repitiera
la pregunta durante la rueda de prensa de presentación de la candidatura
madrileña a los Juegos Olímpicos 2020. Pero, sin duda, quien se llevó la palma
en la exhibición de un precario nivel de inglés fue la alcaldesa de Madrid, Ana
Botella, con su tan comentado “A relaxing
cup of café con leche in Plaza
Mayor”. Su incapacidad para expresarse en el idioma de Shakespeare, junto con
una gesticulación y una entonación exageradas, hizo de su discurso objeto de
todo tipo de burlas en las redes sociales y provocó la estupefacción en el
panorama internacional.
No
obstante, Botella no es ninguna excepción, ya que el 75% de los directivos y
los políticos españoles no domina el inglés, según el reciente Estudio Europeo de Competencia Lingüística elaborado por la Unión Europea. Ni tan siquiera el presidente del Gobierno,
Mariano Rajoy, ni sus antecesores han tenido nunca un inglés fluido. Sólo José
María Aznar adquirió un buen nivel una vez retirado del cargo.
La
incompetencia lingüística de nuestros representantes políticos ha causado
situaciones verdaderamente rocambolescas y ridículas. Por ejemplo, en un
encuentro con David Cameron el noviembre pasado, Rajoy soltó: “It’s very difficult todo eso”. En la
misma línea, en una cumbre comunitaria celebrada en 2004, José Luis Rodríguez
Zapatero dijo: “Beautiful day. My English
is very bad”. Así pues, los idiomas y los políticos no forman una buena
combinación y son relativamente pocos aquellos que pueden defenderse en otras
lenguas que no sean la propia.
Por
eso, desde hace años, hay la opinión ampliamente compartida que el dominio del
inglés por parte de los representantes públicos debería ser un requisito
imprescindible, ya que hay que considerarlo como una herramienta de trabajo –de
la misma forma que se debe exigir a los altos directivos de empresa–, además de
ser fundamental en la relación interpersonal entre los políticos. Los expertos
recuerdan que la diplomacia se hace, en gran medida, en los momentos de
distensión, en los almuerzos, cenas o en los pasillos, donde no siempre están presentes
los intérpretes.
Si
un político no domina los idiomas –por lo menos el inglés– hace un flaco favor
a su imagen pero, por encima de todo, a los intereses del país que representa. Los
ciudadanos no deberíamos permitirlo.
La veritat és que el nivell d'anglès dels nostres polítics fa bastanta vergonya. Dominar idiomes (anglès, com a mínim) hauria de ser un requisit indispensable per a ocupar alts càrrecs.
ResponderEliminarVerguenza de pais. Con todo lo que se les pide a los jovenes hoy en dia para llegar a tener un trabajo precario a estos les pagamos para que hagan el ridiculo. Como decis, no lo tendriamos que permitir y esto se tendria que notar en las urnas.
ResponderEliminarSens dubte! No hauríem de permetre això ni tantes altres coses. És indignant!
EliminarAnalizándolo desde otro punto de vista, el inglés de Ana Botella ha estimulado la creatividad y el sentido del humor de los ciudadanos españoles, lo cual, hoy en día, no viene mal… Thank you, Ana, for the risas!
ResponderEliminarVergonzoso es poco. Ya le podría haber dado su marido un par de lecciones antes de protagonizar semejante ridículo…
ResponderEliminarCierto. Un representante político debe hablar inglés. Tendría que ser condición sine qua non para tomar el mando de un país. No podemos permitir que se rían de nosotros...¡así que dejemos de provocarlo!
ResponderEliminarUn representante político debería ser "ante todo" un buen representante. Es decir que hiciera quedar bien a su país.
ResponderEliminarSi de mi dependiera, no habría ninguna persona que pudiera ser candidato a político sin: 1) título universitario, 2) ser o haber sido empresario (sabría en propia carne lo que es sufrir sinsabores) y 3) hablar idiomas. Cabria quizás un cuarto elemento bastante indispensable, tener sentido del ridículo¡¡.
Con su saber hacer, una señora de su casa, que estaba fuera de la orbita laboral, por razones bien conocidas se erige o la erigen en alcaldesa de Madrid y sin ningún reparo convierte a España en el hazmerreir del mundo, toda una hazaña¡¡¡. Pero es igual....aquí nunca pasa nada.
ResponderEliminarno podría estar más de acuerdo con vuestro artículo.
ResponderEliminarLa formación lingüística de nuestros representante es vergonzosa, debería ser objeto de denuncia pues no solo nos da una pésima imagen como país sino que nos priva de unas relaciones personales fluidas con los máximos mandatarios, y las relaciones personales influyen, seguro, en las relaciones de poder entre los políticos.
La pena aun más grande es que la gran mayoría de los ciudadanos tienen un nivel de idiomas parecido!, por lo que veo difícil una respuesta suficientemente masiva ante esta situación, como sí sucede con otros temas. Una pena por partida doble.