La escenificación de cualquier acto público se rige por unas normas que acostumbran a pasar inadvertidas a la mayoría de los asistentes. Estas normas establecen, por ejemplo, el orden de los discursos y determinan la ubicación de las autoridades. En definitiva, son reglas que definen escrupulosamente el desarrollo de este tipo de eventos y que se engloban bajo el concepto de protocolo.