La proclamación de un nuevo rey en España supone un acontecimiento de especial relevancia y de absoluta solemnidad. Básicamente, porque se trata del Jefe del Estado, pero también porque no se producía desde hace casi cuatro décadas. Por eso, el relevo en la Corona está lleno de simbolismo y todos los actos públicos para formalizar la sucesión se deben cuidar hasta el último detalle: seleccionar los escenarios, escoger la vestimenta, trazar los recorridos por donde desfilarán los nuevos Monarcas o decidir la lista asistentes, entre otras tareas.