jueves, 29 de agosto de 2013

50 años del 'I have a dream', ¿el mejor discurso del último siglo?

Esta semana se cumplen cincuenta años de “I have a dream” (“Tengo un sueño”), el discurso considerado para muchos como el más célebre de la Historia reciente. Fue pronunciado por Martin Luther King el 28 de agosto de 1963 en Wasington ante unas 300.000 personas durante la Marcha para el Trabajo y la Libertad. Este discurso, que significó un gran impulso por la igualdad racial en Estados Unidos, ha sido definido como la pieza de oratoria más bella y perfecta de nuestro tiempo.

Sin duda, el “I have a dream” integra los elementos clave de un buen discurso: una ordenada estructura con un relato coherente, el uso abundante de recursos como las metáforas o las repeticiones, el correcto empleo del lenguaje poético y emocional, la adecuada utilización de ejemplos que apelen a la audiencia y la generación de imágenes visuales. Sin olvidar el escenario idóneo -en este caso, bajo el monumento a Lincoln, el presidente que luchó contra la esclavitud- y la capacidad comunicativa del orador.

No obstante, cabe decir que la citada pieza de Luther King duró poco más de un cuarto de hora y que su parte más conocida solo ocupa los últimos cinco minutos. De hecho, el día antes del discurso el pastor estadounidense aún no sabia qué decir. Por eso, se reunió con dos asesores y prepararon un borrador de su speech en el que no aparecía la mítica frase de I have a dream. Estas notas mecanografiadas sirvieron para los dos primeros tercios de del discurso, que transmitieron poca emoción. Ante la falta de respuesta de la audiencia, la cantante Mahalia Jackson le susurró: “Háblales del sueño, Martin”. Y fue en el tramo final cuando lo soltó.

En este sentido, se puede considerar este discurso como un gran sermón hipereficaz que se podría escuchar en cualquier iglesia evangélica y que consigue su efecto, especialmente, gracias al contexto y al escenario. Pero, difícilmente, se puede comparar con los textos meticulosamente construidos de la tradición anglosajona, como los extraordinarios discursos de Churchill, Kennedy o Tatcher. Sin duda, el papel de los speechwriter (escritores de discursos) cada vez gana más peso en el ámbito político, institucional y empresarial. Como decía Mark Twain, suelen hacer falta tres semanas para preparar un discurso improvisado. 

5 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo con Twain y con el post.

    ResponderEliminar
  2. Los discursos políticos y la forma cómo se pronuncian son muy importantes. Creo que algunos de nuestros políticos les iría muy bien tomar nota de lo que decís o contratar a un speechwriter para mejorar sus discursos.

    ResponderEliminar
  3. Sin duda los discursos que van dirigidos a una sociedad entera, por su misión y trascendencia a futuro, parezcan espontáneos e improvisados o escrupulosamente estudiados,requieren una cuidadosa preparación, y si a ello puede contribuir un experto que sepa aportar valor añadido en contenido o emoción, me parece fantástico. Los discursos duran un tiempo muy corto, en cambio su recuerdo, como en I have a dream, puede durar toda la historia.

    ResponderEliminar
  4. Tant de bo els nostres polítics pronunciessin discursos com els de Curchill. Segurament, amb polítics de la seva talla, la gent tornaria a preocupar-se per la política i l'abstenció no seria tan minsa. Sort dels speechwriter que, ara, salven la imatge de molts polítics i representants públics

    ResponderEliminar
  5. Totalment d'acord amb en Sergi. De poc serveix un discurs, encara que cali en el públic, si els fets posteriors desmenteixen allò que s'ha dit. És bàsic trasmetre un missatge que "arribi" a la gent, però és igual de bàsic ser conseqüent amb les paraules que es pronuncien si es vol ser creïble

    ResponderEliminar